En muchas partes del mundo, tras un desastre o durante un conflicto, se ven las tiendas de campaña fabricadas por la Media Luna Roja Turca. En los campamentos administrados por el gobierno a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria, estas tiendas dan cobijo a unos 250.000 refugiados sirios. Fotografía: Media Luna Roja Turca

En el centro de la crisis

La Cumbre Humanitaria Mundial, que se celebrará en mayo en Estambul (Turquía), brindará a los grupos humanitarios de todo el mundo, allí reunidos, una oportunidad única de conocer la Media Luna Roja Turca que, gracias a una rica historia y un espíritu emprendedor, ha sabido afrontar una de las mayores crisis humanitarias que llegó hasta sus puertas.

 

En el centro comunitario de la Media Luna Roja Turca en Eyyubiye, un distrito de la antigua ciudad de Sanliurfa, un grupo de 15 niños juega y hace dibujos mientras sus madres se turnan para cuidarlos y cosen en máquinas puestas a disposición de las mujeres refugiadas.

A unos 100 kilómetros al norte de la frontera con Siria, Sanliurfa tiene una de las mayores concentraciones de refugiados sirios en Turquía, algunos de los cuales viven en campamentos y otros en barrios urbanos.

Abierto en enero de 2015, el centro es un ejemplo de los esfuerzos de la Sociedad Nacional para ayudar a las personas que han huido de la violencia en Siria en busca de seguridad en Turquía. El centro acoge diariamente a unos 50 niños y ofrece clases de turco, apoyo psicosocial y formación profesional básica a fin de ayudar a los recién llegados a adaptarse a su nuevo entorno.

La Sociedad Nacional, conocida en Turquía con el nombre de Kizilay, abrió el año pasado cuatro centros de este tipo especialmente para los sirios recién llegados que viven en Sanliurfa, Estambul, Konya y Ankara. Los servicios del centro son una forma de dar esperanzas para el futuro a personas como Zeynep, de 45 años, que llegó de Damasco (Siria) hace cinco años después de perder a su marido en el conflicto. Zeynep asiste a un curso de costura, mientras su hija, en edad universitaria, da clases de pintura a los niños en el centro comunitario.

Muchos de los que aprovechan los cursos del centro también trabajan como voluntarios en un intento de mantener vivos sus sueños truncados por la guerra. Sara, una joven de 17 años procedente de Deir ez-Zor, tuvo que abandonar la escuela a causa de la guerra y ahora, al menos, puede permanecer activa y adquirir nuevos conocimientos como voluntaria en el centro.

Aliye, procedente de Irak, tiene 8 años y a pesar de su corta edad el conflicto la ha afectado de lleno. Su hermana se quedó ciega durante los ataques en la provincia iraquí de Al Anbar y ahora Aliye va al espacio dedicado a los niños en el centro. Allí se siente a gusto, realiza actividades como la pintura y juega con otros niños. Cuando sea grande quiere ser profesora. “Este es mi lugar favorito en Sanliurfa”, dice.

Mirando al futuro

A fines de 2015, la población de refugiados sirios registrados en Turquía ascendía a más de 2,2 millones (no hay cifras oficiales de la población no registrada) y se estima que al menos el 87% de los desplazados sirios viven en ciudades.

Esta es una de las razones por las que Ahmet Lutfi Akar, presidente de la Media Luna Roja Turca, señala que los centros comunitarios son algunos de los servicios más importantes prestados a sus huéspedes sirios. Además de ayudarlos a sobrellevar las experiencias de la guerra, los centros les permiten ser útiles y aprender el turco.

“Sabemos que la comunicación facilita la vida y ayuda a resolver los problemas que pueden surgir”, precisa, y añade que los centros son esenciales para los niños. “Les podemos mostrar que el mundo no es solo armas y bombas, y que no todas las personas son malas. Tenemos la oportunidad de enseñar a una generación que no todos los problemas se resuelven con las armas.”

“Les podemos mostrar que el mundo no es solo armas y bombas, y que no todas las personas son malas.”

Ahmet Lutfi Akar, presidente de la Media Luna Roja Turca

“Cities such as Aleppo, Hama, Idlib — these are the important cities in Syria and, in many cases, there is virtually no city left,” he notes. “There are no houses, work, schools, hospitals or government buildings. Even if today or tomorrow, the guns are silent, what will they do when they go back?”

Responding to the needs of those who are trying to make their way in Turkish cities is one of Kizilay’s latest adaptations to a massive and growing humanitarian crisis that erupted after the Arab Spring uprisings of 2011 rapidly devolved into an increasingly complex conflict.

As tens of thousands of refugees began to arrive at Turkey’s borders, Kizilay quickly mobilized, helping Syrians arriving at the border and at camps established for the refugees by the Turkish government. Today, more than 260,000 Syrians live in 25 government-run camps near the Syrian border. There, some 150 Turkish Red Crescent staff members provide key services such as healthcare, food and psychosocial support, among other services.

Un miembro del personal de la Media Luna Roja Turca distribuyendo socorros en un campamento situado en el sur de Turquía. Fotografía: Media Luna Roja Turca

Dadas las dificultades de emigrar hacia otros lugares y la imposibilidad de volver a sus hogares en Siria, está claro que hay que buscar soluciones a más largo plazo. La destrucción casi completa de los paisajes urbanos que enmarcan la vida civil significa que muchas de estas personas no tienen adonde volver si la lucha cesara, señala Mehmet Gulluoglu, director general de la Media Luna Roja Turca

“Alepo, Hama, Idlib, que son ciudades importantes en Siria, han quedado en ruinas”, dice. “No hay casas, trabajo, escuelas, hospitales ni edificios públicos. Incluso si hoy o mañana se acallan las armas, ¿qué harán [los refugiados] cuando regresen?”

Atender las necesidades de las personas que tratan de abrirse camino en las ciudades turcas es una forma que tiene la Sociedad Nacional de adaptarse a una crisis humanitaria masiva y creciente que estalló después de la Primavera Árabe de 2011 y que se ha transformado rápidamente en un conflicto cada vez más complejo.

Mientras decenas de miles de refugiados sirios llegaban a las fronteras de Turquía, Kizilay se movilizó rápidamente para ayudarlos a llegar a la frontera y a los campamentos de refugiados instalados por el Gobierno turco. Hoy, más de 260.000 sirios viven en 25 campamentos administrados por el gobierno cerca de la frontera con Siria. Allí, unos 150 miembros del personal de la Media Luna Roja Turca prestan asistencia de salud y apoyo alimentario y psicosocial, entre otros servicios esenciales.

Presente desde el principio

A lo largo de la crisis, la Sociedad Nacional ha trabajado con asociados nacionales e internacionales a fin de encontrar nuevos cauces para servir mejor a las personas necesitadas. En 2012, por ejemplo, la Media Luna Roja Turca y el Programa Mundial de Alimentos puso en marcha un programa de cupones electrónicos, en cooperación con la empresa estatal turca Halkbank, que da a la gente la oportunidad de comprar lo que necesita en los mercados locales en lugar de recibir paquetes con alimentos.

“Este sistema es bueno para los beneficiarios y los mercados locales”, dice Gulluoglu, y añade que Kizilay está tratando de ampliar el sistema a más mercados dentro de la comunidad en general, no solo los que están en los campamentos. En 2015, el programa de cupones electrónicos se había extendido a 11 campamentos y había suministrado alimentos por un valor de más de 317 millones de liras turcas (144,7 millones de dólares).

La Media Luna Roja Turca también ha hecho todo lo posible por ayudar a la población de Siria llevando alimentos, suministros médicos y artículos para el hogar a 12 puntos a lo largo de la frontera entre Siria y Turquía. “Debemos resolver el problema de la ayuda a las personas que no han cruzado la frontera con Turquía”, plantea Akar, señalando que las que viven en Siria justo del otro lado de la frontera merecen tanta ayuda como las que se han refugiado en Turquía.

La cantidad total de socorros entregados desde la frontera turca a Siria sobrepasa los 400 millones de dólares. “Creo que habríamos tenido más casos de hambre si la Media Luna Roja Turca y otras organizaciones humanitarias internacionales no hubieran suministrado esta ayuda”, señala.

“Alepo, Hama, Idlib, que son ciudades importantes en Siria, han quedado en ruinas… Incluso si hoy o mañana se acallan las armas, ¿qué harán `{`los refugiados`}` cuando regresen?”

Mehmet Gulluoglu, director general de la Media Luna Roja Turca

Desde el inicio de la crisis de Siria, los trabajadores de la Media Luna Roja Turca se han movilizado para ayudar a los sirios que buscan refugio en Turquía. Aquí, un trabajador de la Media Luna Roja Turca entrega una botella de agua a uno de los muchos miles de civiles que habían huido a Turquía en septiembre de 2014. Fotografía: Media Luna Roja Turca

Más allá del socorro

Sin embargo, dada la duración de la crisis siria, las organizaciones humanitarias, con inclusión de la Media Luna Roja Turca, consideran necesario ir más allá del socorro de emergencia. “A corto plazo, la alimentación y el alojamiento son fundamentales. Pero en el mediano y largo plazo, los centros comunitarios y lo que podemos hacer para mitigar los efectos de esta crisis en las comunidades de acogida son igualmente importantes”, asegura Gulluoglu.

Según el informe de evaluación de las necesidades que elaboró para el centro comunitario de Sanliurfa, Başak Yavçan, profesor de la Universidad de Economía y Tecnología de Ankara, la vida de los refugiados asentados en las ciudades es en muchos aspectos aún más difícil que la de los que viven en los campamentos.

“Los refugiados viven hacinados en casas de una sola habitación, trabajando por salarios muy bajos en condiciones pésimas [y] discriminados”, escribe Yavçan en su informe, que le fue encargado por el Centro de Estudios Estratégicos de Oriente Medio, la Federación Internacional y la Media Luna Roja Turca.

Pese a esto, señala el estudio, los refugiados asentados en la ciudad están en general satisfechos con la relativa seguridad de su nuevo entorno, los servicios gratuitos, la ayuda humanitaria, la hospitalidad de la gente, la actitud de acogida del Gobierno turco y el profesionalismo de la Media Luna Roja Turca.

Sin embargo, no porque dispongan de estos servicios sus problemas se han resuelto, ni mucho menos. En primer lugar, está la barrera del idioma. A pesar de la gran afinidad cultural existente entre las comunidades de ambos lados de la frontera, pocos turcos hablan árabe y pocos sirios hablan turco.

Luego están los obstáculos legales. Los sirios que se instalan en zonas urbanas y que no siempre se registran como refugiados en los campamentos en general quedan sujetos a la “ley de hospitalidad” de Turquía en vez de a las leyes nacionales de refugiados, lo que significa que se reducen sus derechos y el acceso a algunos servicios. Una queja común es que sus hijos no pueden asistir a la escuela, lo que entorpece sus posibles relaciones con los demás niños, su desarrollo académico y su capacidad para superar los traumas de la guerra, concluye el informe.

Como el número de centros aumenta, la evaluación del centro comunitario Sanliurfa ofrece una visión de las oportunidades y las dificultades que se presentarán. Un problema que puede plantearse es el resentimiento con que los residentes podrían ver los servicios que se prestan a los refugiados, puesto que la vida para ellos también se ha deteriorado desde que comenzó la guerra en Siria. El informe recomienda que se aumente la colaboración y se haga participar más a los residentes, especialmente los niños, en las actividades de los centros.

Además, si los conocimientos adquiridos en los cursos del centro no pueden ponerse en práctica o hay pocas oportunidades de empleo, las personas tenderán a perder el interés. El informe sugiere que se refuerce el diálogo con los empleadores y las cámaras de comercio locales, y que las horas de los cursos sean más flexibles, de modo que la gente no tenga que abandonar los cursos si encuentra un empleo.

Estos esfuerzos revisten una importancia más grande ante la presión cada vez más fuerte que se ejerce para detener el flujo de migrantes de Turquía hacia Europa. Los refugiados y las comunidades de acogida bien pueden tener que convivir por un tiempo considerable.

A lo largo de la crisis, la población turca se ha mostrado generosa con las personas que huyen de Siria, dice Gulluoglu. Aunque la ayuda internacional y los donativos de particulares han desempeñado un papel importante, el Gobierno de Turquía ha asumido la mayor parte de los costos del cuidado de los sirios que viven en campamentos.

Pero a medida que el conflicto se prolongue y el número de refugiados continúe creciendo, ¿la sociedad turca seguirá siendo tolerante y solidaria? “El nivel de aceptación de la sociedad turca hacia el pueblo sirio es tan importante como la cuestión de la carga financiera,” precisa Gulluoglu.

Más operaciones internacionales

Todo esto no impidió que la Media Luna Roja Turca incrementara sus actividades humanitarias internacionales en los últimos años. Cuando se producen grandes crisis y se moviliza la intervención internacional del Movimiento, como en Haití en 2010, Nepal en 2015 y en muchas otras, Kizilay está allí.

Su operación internacional de mayor envergadura es la que se está realizando en Gaza, donde ha recibido un respaldo público enorme para campañas que financian la distribución de alimentos, proyectos para rehabilitar el suministro de agua, el apoyo a hospitales, proyectos agrícolas, la donación de ambulancias y becas estudiantiles, entre muchas otras cosas.

Una de las operaciones internacionales más complejas y ambiciosas de los últimos años ha sido la de Somalia, donde Kizilay comenzó a trabajar en 2011, tras la sequía y una importante crisis de seguridad alimentaria que se produjeron en medio de la lucha armada prolongada entre grupos armados y el gobierno de transición.

Kizilay distribuyó en este país 4,6 millones de kg de víveres y construyó un campamento para 2.500 familias, al mismo tiempo que inició varios proyectos de ayuda al desarrollo. También participa en la construcción de una escuela de informática, ingeniería eléctrica y maquinaria para 360 alumnos.

Se trata de iniciativas ambiciosas en un país tan frágil e inestable como lo es Somalia y la tarea no está exenta de obstáculos. El emblema de la Sociedad Nacional le ayudó a trabajar junto a la Media Luna Roja Somalí, en general bien aceptada por la mayoría de los actores, y la presencia de Kizilay ayudó a impulsar las operaciones de otras organizaciones internacionales humanitarias.

Un puente humanitario

La experiencia internacional de Kizilay y su papel central en el conflicto sirio y el fenómeno relacionado con la migración la han colocado en el centro de algunos de los problemas humanitarios actuales más acuciantes.

Kizilay, desde hace mucho tiempo una de las voces influyentes del Movimiento, pertenece tanto a la vieja escuela de Sociedades Nacionales creadas en Europa a fines del siglo XIX como al grupo de Sociedades Nacionales de la Media Luna Roja de vanguardia que descuellan en un mundo de la asistencia humanitaria que ha sido históricamente dominado por Europa y Occidente. Esto está empezando a cambiar y las Sociedades de la Media Luna Roja son parte de ese proceso ya que desempeñan un papel más importante en las operaciones internacionales humanitarias y dirigen los esfuerzos de socorro en las líneas de combate de muchas de las emergencias actuales.

“Turquía ha sido siempre un puente entre Oriente y Occidente; entre Norte y Sur; entre África y Europa“, dice Gulluoglu.

Cuando las principales organizaciones humanitarias se reúnan en Estambul en mayo para la Cumbre Humanitaria Mundial, la Sociedad de la Media Luna Roja más antigua del Movimiento estará en condiciones de poner a disposición toda su experiencia para que el sector humanitario se replantee colectivamente la manera de aportar respuestas más sostenibles y eficaces a los problemas mundiales de más difícil solución.

“Tenemos que utilizar los recursos destinados a la asistencia humanitaria de manera más eficiente y eficaz”, dice Akar, cuando se le pregunta sobre qué espera de la Cumbre. “Como organización humanitaria, brindamos socorro a millones de personas, pero más personas lo necesitan. Esto significa que tenemos que encontrar nuevos recursos y también utilizar los recursos actuales con mayor eficacia.”

“Debemos impulsar y movilizar a nuestros gobiernos para que nos respalden y nos protejan en nuestra labor. Los gobiernos deben entender que somos trabajadores humanitarios imparciales. Si logramos que entiendan esto podremos prestar más ayuda en lugares como Gaza, Somalia e Irak. Espero que la Cumbre permita adoptar un nuevo enfoque y coordinar mejor la hoja de ruta de la labor humanitaria.”

Fundada en 1896 durante el Imperio Otomano, la Media Luna Roja Turca — llamada en un comienzo “Hilâl-i Ahmer Cemiyeti”— fue la primera Sociedad Nacional que utilizó el emblema de la media luna roja. Miembro fundador de la Federación Internacional, la Sociedad Nacional fue rebautizada “Kızılay Derneği” en 1935 por el primer presidente de Turquía, Mustafa Kemal Ataturk, después de la fundación de la República de Turquía. Ataturk también tomó medidas concretas para garantizar la supervivencia de Kizilay a largo plazo. Al principio, donó a la Sociedad Nacional una fábrica de agua embotellada con objeto de generar ingresos para las actividades humanitarias. Hoy en día, la marca de agua en botella Turk Kizilayi es líder del mercado en Turquía. Fotografías: Media Luna Roja Turca

Este espíritu empresarial está presente en otras actividades de Kizilay. Desde 1954, la Media Luna Roja Turca ha fabricado las tiendas de campaña que utiliza en las operaciones de emergencia en todo el mundo. Fotografías: Media Luna Roja Turca

Del mismo modo, la dirección general del servicio de sangre de la Media Luna Roja Turca está encargada de recolectar más del 80% de las donaciones de sangre del país a través de 17 centros de donación regionales, 65 centros de donación de sangre y los equipos móviles de donación de sangre (izquierda). Fotografías: Media Luna Roja Turca

En los diez últimos años, la Media Luna Roja Turca participó en operaciones internacionales en las que se prestó asistencia en países tan diversos como Afganistán, República Centroafricana, Guinea-Bissau, Mauritania, Montenegro, Myanmar (véase fotografía), Pakistán y Somalia, entre otros. Fotografías: Media Luna Roja Turca

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