Crónica fotográfica

Los sin patria

En un hospital de campaña en el campamento de refugiados de Azraq, a solo 100 km de la frontera con Siria en el norte de Jordania, una mujer que huye del conflicto en Siria dio a luz. El nacimiento es una señal de esperanza para esta madre que lo perdió todo a causa del conflicto: sus dos hijos pequeños, su marido y su casa. Aun así, el futuro de esta niña recién nacida es incierto. Si llega la paz a Siria quizás ella y su madre puedan volver a su patria o tal vez se les pueda otorgar asilo en un país lejano donde puedan emprender una nueva vida, lejos de las bombas y el derramamiento de sangre. O, como suele suceder en los conflictos actuales, la niña acabará siendo una persona sin patria, que viva hasta la edad adulta en un campamento de refugiados instalado inicialmente como una solución temporal a una necesidad inmediata. Tal vez asista a una de las escuelas puestas a disposición por las organizaciones no gubernamentales internacionales y, si el conflicto persiste, hasta podrá cursar estudios superiores y volver como lo han hecho muchos otros a los campamentos más antiguos del mundo. La difícil situación de estas personas sin patria se ha puesto de relieve tras la intención de Kenia de cerrar el complejo de campamentos situado no muy lejos de la ciudad de Dadaab, próximo a la frontera con Somalia, que juntos representan uno de los asentamientos de refugiados con más años del mundo. También es el más grande, con unos 400.000 habitantes, en su mayoría desplazados somalíes. Las fotos que se muestran a continuación permiten hacer un rápido recorrido por algunos de los campamentos más antiguos del mundo, creados hace décadas como una solución temporal, así como por algunos de los más recientes. ¿Estos campamentos más recientes se convertirán en los próximos Dadaab? ¿O se podrán encontrar soluciones que permitan a los refugiados, migrantes y desplazados del mundo regresar finalmente a su patria o encontrar un nuevo país donde vivir en paz?

Una partera jordana sostiene al primer bebé sirio nacido en el hospital de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en el campamento de Azraq en Jordania. Fotografía: Federación Internacional

Con más de 25 años de existencia, el campamento de refugiados de Kakuma, al noroeste de Nairobi, capital de Kenia, es el segundo más grande de este país después del de Dadaab, cerca de la frontera con Somalia. Estas casas recién construidas en Kakuma son una muestra de que el campamento sigue creciendo desde que se creó en 1991 para unos 12.000 menores no acompañados y otras personas que huían de la violencia en Sudán. Fotografía: REUTERS/Thomas Mukoya

Establecido hace cinco años para los sirios que huían de la guerra civil, el campamento de refugiados de Al Zaatari en el norte de Jordania ha crecido rápidamente pasando de 15.000 habitantes a más de 80.000 y tiene ya toda la apariencia de un asentamiento permanente: hay mercados de ropa, electrónica y alimentación; también cafeterías y torneos de fútbol. Aquí, niños sirios ven la final de un torneo que coincidió con la Copa del Mundo de 2014. Fotografía: REUTERS/Muhammad Hamed

La educación es uno de los mayores problemas que enfrentan los refugiados en todo el mundo y los grupos humanitarios no escatiman esfuerzos para satisfacer esta necesidad. Aquí, niños sirios refugiados en una sala de clases apoyada por UNICEF de un centro de educación en el campamento de refugiados de Azraq en Jordania. Fotografía: REUTERS/Muhammad Hamed

El campamento de Azraq, al este de Amman, capital de Jordania, fue construido en 2013 cuando el campamento de Al Zaatari en Jordania había rebasado su capacidad. Abajo, una mujer siria utiliza los cupones de compra en uno de los supermercados del campamento. Fotografía: REUTERS/Muhammad Hamed

Una foto de 1948 de los archivos del CICR muestra el campamento de Jalazone, situado a unos 20 km de Jerusalén, que hoy, casi siete décadas después, se ve y funciona como una pequeña ciudad de unos 15.000 habitantes. Fotografía: CICR

Llamados generalmente «campamentos», muchos de los asentamientos de refugiados más antiguos del mundo se asemejan más, al menos desde fuera, a los barrios de una ciudad. Un buen ejemplo de ello es el campamento de Deheishe, creado después de la guerra árabe-israelí de 1948 en la ciudad cisjordana de Belén, donde han crecido tres generaciones de palestinos. Fotografía: REUTERS/Ammar Awad

Mientras muchas personas han oído hablar del campamento de Dadaab, en Kenia, o del de Yarmuk, en los suburbios de Damasco (Siria), algunos de los campamentos más antiguos del mundo son menos conocidos: como el de Mae La en Tailandia, establecido hace más de 30 años y con una población de unas 50.000 personas, la mayoría de las cuales huyeron de la violencia y la persecución en la vecina Myanmar durante los años 1980 y 1990. Fotografía: REUTERS/Chaiwat Subprasom

Nuevas oleadas de violencia obligan a la población al desplazamiento, tanto dentro de los países como más allá de las fronteras, y casi todos los meses se instalan nuevos campamentos: ¿estos entornos improvisados serán temporales o los residentes terminarán pasando allí toda su vida? ¿La joven que se muestra aquí seguirá viviendo lejos del barrio donde nació? Esta joven y sus padres residen en el campamento M’Poko, establecido en el aeropuerto de Bangui, la capital de la República Centroafricana, después de que la violencia y los conflictos civiles sacudieran el país en 2013. Fotografía: Virginie Nguyen Hoang/CICR

After election-related violence in 2015 in Burundi forced more than 300,000 people to flee to neighbouring countries, long-established camps such as the already overcrowded, 20-year-old Nyarugusu camp in Tanzania were pushed to breaking point. Newly arriving refugees, such as the family pictured here, were brought to the recently reopened Mtendeli refugee camp, where the Tanzania Red Cross National Society operates a hospital and offers a range of health services. Photo: Niki Clark/American Red Cross

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