Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
En el estado de Jonglei (Sudán del Sur), preparación de un lugar donde el CICR lanzará víveres para 21.000 personas, así como semillas y aperos agrícolas para miles de desplazados que llegaron a la zona en busca de refugio. Fotografía: Olav Saltbones/Cruz Roja Noruega
UNA ESPIRAL MORTAL de violencia en Juba, la capital de Sudán del Sur, el pasado mes de julio, y luego un brote de cólera pusieron a prueba la capacidad de los componentes del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de trabajar juntos con prontitud y eficacia según un nuevo modelo operativo que se ha creado precisamente con ese propósito.
Mientras el CICR apoyaba a la Cruz Roja de Sudán del Sur para atender a las necesidades inmediatas en la acción contra el cólera, la Federación Internacional se ocupaba con la Sociedad Nacional de emprender una serie de acciones apoyadas por el Fondo de Reserva para el Socorro en Casos de Desastre de la Federación Internacional. “Desde el primer día, la respuesta ante el cólera se llevó a cabo en estrecha colaboración y comunicación con todos los asociados del Movimiento”, señala Michael Charles, jefe de la oficina de la Federación Internacional en el país.
El delegado de cooperación del CICR en Sudán del Sur, Bayram Valiyev, agrega que dado que todas las comunicaciones públicas fueron preparadas colectivamente y que la Cruz Roja de Sudán del Sur las llevó adelante, el Movimiento (incluidas las muchas Sociedades Nacionales hermanas que actúan en Sudán del Sur) fue visto como “una sola familia”.
Durante la respuesta a la crisis, esta unidad de propósito plantea dificultades, ya que cada organización que contribuye debe informar a los donantes y al público de su país acerca de los esfuerzos que realiza y los resultados que obtiene. Sin embargo, si las comunicaciones plenamente coordinadas se realizan bien, los donantes conocerán los efectos que surte la respuesta del Movimiento y se reforzará la unidad dentro de la familia de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
De común acuerdo
La violencia de julio fue tan solo uno de los varios episodios de un conflicto interno más amplio que persiste en Sudán del Sur y que, junto con numerosas batallas locales e intertribales, ha desplazado a unos 2 millones de personas dentro del país y obligado a un número similar a refugiarse en países vecinos.
Además de eso, la sequía llevó a la población de muchas partes del país al borde de la inanición. Si bien en dos estados se levantó la declaración de hambruna, según Naciones Unidas casi la mitad de la población de Sudán de Sur sigue viéndose afectada por la inseguridad alimentaria. Además, la falta de acceso al agua potable en numerosos lugares del país ha provocado brotes de cólera. A mediados de junio, había más de 5.000 casos en todo el país y se habían registrado 169 muertes.
En crisis tan complejas y tan largas, es primordial contar con una coordinación eficaz, que a menudo se complica por las condiciones en el terreno. La falta de carreteras y redes de comunicación adecuadas ha dificultado aún más la intervención a gran escala. Para el transporte de los socorros se ha utilizado principalmente el avión, pero en la temporada de lluvias muchas pistas de aterrizaje dejan de funcionar.
Además, en Sudán del Sur hay 138 organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales que trabajan junto a más de 700 entidades locales, una de las razones que ha invocado el gobierno para adoptar un enfoque más racional que comenzó en 2016 con la creación de una comisión para evaluar, registrar, supervisar y verificar las actividades de todas las ONG.
Si bien esta comisión ayudará a que más gente reciba ayuda, los gobiernos y las organizaciones humanitarias internacionales han expresado su preocupación de que la legislación nacional pueda limitar el número de entidades humanitarias extranjeras que trabajan en el país en un momento en que las necesidades son mayores que nunca.
Hasta la fecha, no se ha conseguido aún una colaboración verdaderamente eficaz y fructuosa en gran escala entre todos estos actores y algunos trabajadores humanitarios lamentan que muchos siguen trabajando en forma compartimentada, centrándose solamente en lo que cada uno aporta.
La experiencia en cinco países
Por esta razón, el Movimiento está probando nuevas metodologías para mejorar la colaboración interna. Como sucedió en otros cuatro países (Filipinas, Haití, Siria y Ucrania), Sudán del Sur permite experimentar un proceso acordado por todas las Sociedades Nacionales involucradas en este país.
“Fortalecimiento del marco de coordinación y cooperación en el Movimiento”, según el nombre con que se le conoce internamente, es una respuesta a dos resoluciones adoptadas por las estructuras de gobierno del Movimiento y un informe de 2015 que destaca que la necesidad de una mejor coordinación es “urgente e importante y requiere el compromiso de todos los asociados del Movimiento”.
“Gracias al alcance sin precedentes de su cobertura y a la complementariedad de las funciones y mandatos de sus integrantes, el Movimiento está en una posición inmejorable para adaptarse a la evolución del entorno humanitario. No obstante, el Movimiento en su conjunto debe trabajar con mayor empeño y superar sus problemas internos que le impiden aumentar la repercusión de su acción humanitaria”, se observa en el informe.
Es exactamente esto lo que está ocurriendo en Sudán del Sur. Juntos, los componentes del Movimiento involucrados allí han elaborado un plan de acción del Movimiento que complementa la labor de los otros actores y en el que se reconoce que la crisis de seguridad alimentaria está intrínsecamente ligada a los riesgos relacionados con la salud, el agua y el saneamiento y los niveles nutricionales.
También han formulado una estrategia de comunicación conjunta y emitido un solo llamamiento internacional bajo la égida del CICR. Además, están revisando continuamente los planes de contingencia para todo el Movimiento y evaluando la capacidad y las actividades de cada actor dentro de la familia de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Un grupo de coordinación del Movimiento, por su parte, se reúne con regularidad para analizar la necesidad, adecuación y sostenibilidad de los nuevos proyectos. “Preguntamos, ‘¿Tiene sentido esto en base a las necesidades o es simplemente una actividad o proyecto impulsado por los donantes al que simplemente se pondrá fin una vez que el donante deje de aportar fondos?’”, interroga Michael Charles de la Federación Internacional.
“Y cuando comunicamos lo que estamos haciendo, decimos que es el Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja el que está desplegando la acción y no la Sociedad Nacional, el CICR o la Federación Internacional. Esto sí tiene sentido porque lo que una Sociedad Nacional de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja pueda hacer aquí, es el resultado de las contribuciones y los esfuerzos de fortalecimiento de la capacidad de muchos asociados del Movimiento a lo largo de los años”, asegura.
Ha llevado años entender esto, pero Nicolás Luyet, jefe de proyectos del CICR en materia de fortalecimiento de la coordinación y la cooperación del Movimiento, destaca que el trabajo está empezando a dar sus frutos. “Todos los asociados de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja están anteponiendo los intereses del Movimiento a sus propios programas”, comenta.
“Estamos intentando cambiar internamente nuestra manera de pensar, el modus operandi de cada asociado del Movimiento y eso lleva tiempo”, explica Luyet. A veces, dice, los viejos reflejos vuelven y todavía puede darse alguna ingerencia por parte de los socios del Movimiento que trabajan fuera de Sudán del Sur o una comunicación demasiado vertical entre las oficinas locales, regionales y mundiales cuando “la coordinación se organiza a nivel de país”.
El precio de la coordinación
Estos reflejos son comprensibles. Como se señaló en el informe del Consejo de Delegados de 2015, una coordinación eficaz requiere tiempo y esfuerzo, además de aptitudes específicas y dedicación, y todo ello tiene un precio.
Uno de los costos del llamamiento único del Movimiento, dice John Lobor, secretario general de la Cruz Roja de Sudán del Sur, fue el tiempo perdido. Si bien se disponía de algunos fondos de emergencia para ayudar a los más necesitados, el proceso de elaborar un llamamiento conjunto llevó cerca de un mes, retrasando así la ayuda destinada a las personas necesitadas y menoscabando la reputación del Movimiento como proveedor oportuno de una asistencia global. Sin embargo, tras emitirse el llamamiento, Lobor destaca que la Cruz Roja de Sudán del Sur (con sus 8.800 voluntarios) pudo ayudar a mucha más gente debido a una mejor colaboración con los asociados del Movimiento.
La experiencia adquirida en todos los países que forman parte del proceso de fortalecimiento del marco de coordinación y cooperación en el Movimiento permitirá documentar los debates en el Consejo de Delegados durante las reuniones estatutarias del Movimiento, que se celebrarán en noviembre en Turquía. La idea ahora es consolidar y dar a conocer esas experiencias a fin de poder establecer al inicio de las emergencias mejores mecanismos de coordinación, adaptados a cada contexto y mejorarlos con el tiempo.
Forjar la confianza escuchando y respondiendo a las preocupaciones de la comunidad.