Consolidar la base para una acción local

Además de los proyectos y la respuesta de emergencia, ¿cómo pueden las organizaciones humanitarias internacionales apoyar la participación humanitaria sostenible a nivel local?

Durante más de 80 años, la Cruz Roja Etíope ha prestado servicios esenciales a las personas desplazadas por el conflicto o a las que han sufrido repetidos desastres naturales como inundaciones, sequías e incluso la hambruna.

Pero al igual que muchas Sociedades Nacionales que dependen en gran medida de la financiación de emergencia externa y que trabajan casi continuamente en estado de crisis, la Cruz Roja Etíope no ha podido superar algunos de los problemas sistémicos que le han impedido trazar su propia vía, según su secretaria general Frehiwot Worku.

La rotación de empleados, la insuficiente visibilidad de las operaciones de la Sociedad Nacional, la dificultad para presentar informes sobre esas operaciones en forma oportuna y la necesidad de diversificar las fuentes de financiación han sido algunos de los retos esenciales, precisa. Antes de que Worku asumiera su puesto actual, la Sociedad Nacional ya había llegado a la conclusión de que debía resolver muchos de estos temas y examinar su dirección estratégica global y su posicionamiento con respecto al gobierno, los donantes y los asociados.

“Hacemos un montón de cosas a menudo basadas en proyectos y programas, no en planes estratégicos, ni tampoco de manera sostenible”, explica. “Los asociados se interesan y tienen fondos e ideas para proyectos, y a menudo tomamos estos proyectos. O tenemos ideas para proyectos y los asociados llegan. Pero siempre se trata de un proyecto.”

La mayoría de estos proyectos, dice, van acompañados del fortalecimiento de la capacidad, que puede incluir la compra de equipos y la formación para desarrollar competencias específicas entre voluntarios o coordinadores. “Son cosas útiles, pero con esto no se fortalece la capacidad sistémica de la Sociedad Nacional –acota–. “Se ha asignado una gran cantidad de fondos mediante la Sociedad Nacional para estos proyectos y programas, pero no se ha incorporado la capacidad sistémica en la Sociedad Nacional.”

Las Sociedades Nacionales, como la Cruz Roja Etíope, observa Worku, tienen que tener cuidado de no dejar que la financiación externa, a veces indispensable para hacer frente a las necesidades urgentes, les impida desarrollar sus propias estrategias y prioridades autónomas e independientes.

Sostenibilidad e independencia

No es un problema solo de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, sino de la labor humanitaria en todo el mundo. Las organizaciones humanitarias deben tratar de prestar asistencia de modo que no creen dependencias entre los beneficiarios y al mismo tiempo es indispensable que tengan en cuenta los efectos secundarios no deseados que acarrean sus acciones en los asociados en el país y otros actores humanitarios locales.

La cuestión cobra una importancia creciente en una época en que los grupos internacionales de socorro dependen mucho más de las organizaciones locales para entregar ayuda, ya sea porque son más aceptadas en las comunidades locales o simplemente porque es demasiado peligroso que los trabajadores internacionales estén presentes en algunas zonas. Al mismo tiempo, el número de grupos regionales, nacionales y locales de socorro que trabajan en el terreno ha aumentado ostensiblemente.

Sin embargo, según dicen algunos expertos, muchas organizaciones de ayuda internacionales consideran a los actores locales como organizaciones ejecutoras y no como asociados. En otros casos, las organizaciones humanitarias internacionales evitan o pasan por alto a los actores locales y establecen sistemas paralelos de asistencia temporal.

Los enfoques que suponen que es necesario reemplazar a la capacidad nacional se han convertido en la moneda corriente en el sistema de intervención nacional, según señalan Sophia Swithern y Lydia Poole, en un capítulo del Informe Mundial sobre Desastres 2015 (edición resumida en español). Observan, además, que la mayoría de la financiación humanitaria internacional sigue este patrón y favorece a los actores internacionales.

Y añaden que muchos sectores, sobre todo los propios actores locales y nacionales, piden un cambio y cada vez es más evidente la necesidad de modificar el modus operandi internacional a fin de reflejar la realidad en la que los actores nacionales desempeñan un papel decisivo.

Las consultas regionales para la Cumbre Humanitaria Mundial de las Naciones Unidas (prevista para mayo de 2016 y que versará sobre la mejora de la intervención humanitaria) han ofrecido una plataforma mundial a los actores locales y nacionales de la sociedad civil para expresar su preocupación sobre el hecho de que se los margina de la toma de decisiones, la formulación de políticas y la asignación de recursos en las intervenciones humanitarias internacionales. Los participantes pidieron que se valore más el papel de las organizaciones no gubernamentales nacionales y locales, y no solo como instrumentos que permiten la intervención internacional, y se les dé más apoyo financiero.

Como organizaciones nacionales que dependen de las secciones y los voluntarios locales, muchas Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja también se ven enfrentadas a este reto. Según el modelo de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, son los actores del país, las Sociedades Nacionales, los que deben dirigir la red mundial a la que están afiliados. El fortalecimiento de los actores locales ha sido un objetivo clave de la Estrategia 2020 de la Federación y de su posterior Marco para el desarrollo de las Sociedades Nacionales, en los que hacen varias propuestas clave a fin de pasar del paradigma de la prestación de asistencia internacional a fortalecer las Sociedades Nacionales.

Aún así, las realidades y dinámicas de la financiación de emergencia dentro de la red más grande de Sociedades Nacionales implican que a veces las Sociedades receptoras que trabajan en zonas de desastre natural o conflicto se convierten en “asociados de ejecución” de las Sociedades Nacionales que tienen más recursos, la Federación Internacional, el CICR u otros actores que disponen de los fondos para concretar los proyectos.

“Se ha asignado una gran cantidad de fondos mediante la Sociedad Nacional para estos proyectos y programas, pero no se ha incorporado la capacidad sistémica en la Sociedad Nacional.”

Frehiwot Worku, secretaria general de la Cruz Roja Etíope

Malcolm Lucard

Redactor responsable de Cruz Roja Media Luna Roja

Este es un buen ejemplo de por qué los servicios médicos de emergencia basados en el servicio voluntario de la Cruz Roja Libanesa gozan de una buena reputación. Sin embargo, de manera sin duda menos visible, la Sociedad Nacional también busca formas de reforzar la sostenibilidad de sus operaciones, más allá de las grandes emergencias.

Fotografía: © Cruz Roja Libanesa

De abajo hacia arriba

Pero también, las Sociedades Nacionales bien dotadas de recursos, la Federación Internacional y el CICR han aportado mucho a las Sociedades Nacionales para ayudarlas a desarrollarse como organizaciones. Entre las iniciativas que ha emprendido la Federación Internacional, cabe mencionar el análisis mundial del servicio voluntario con objeto de mejorar la gestión de voluntarios de la Sociedad Nacional, una nueva herramienta destinada a apoyar la formación de las secciones en materia de desarrollo, dirigencia y movilización de recursos, y un proceso en el que las Sociedades Nacionales realizan evaluaciones internas exhaustivas que permiten determinar los puntos fuertes y los puntos débiles.

En 2011, la Federación Internacional puso en marcha esta iniciativa de evaluación, conocida como certificación y evaluación de la capacidad institucional, a fin de medir, analizar y, en último término, ayudar a las Sociedades Nacionales a mejorar su desempeño y sus competencias desde abajo hacia arriba. En resumen, el personal y los voluntarios en todos los niveles y departamentos de la organización participaron en talleres de tres días en los que llegaron a un consenso sobre la situación de la Sociedad Nacional respecto a un conjunto de 85 atributos institucionales específicos, desde el desarrollo de los voluntarios a la colecta de fondos y la gestión de riesgos.

“No hay que mirarse el ombligo “, advierte Roger Bracke, jefe del Departamento de Desarrollo Institucional de la Federación Internacional. “Se trata de enfrentar la dura realidad en cuanto a lo que Sociedades Nacionales hacen bien o no para que, en ambos casos, podamos mejorar nuestras acciones en favor de las personas que sufren.

“También es importante señalar que las conclusiones a las que se llega por este proceso no las sacan auditores o consultores externos, sino personas que trabajan diariamente para la Sociedad Nacional. Por lo tanto, se entienden bien las carencias y los puntos fuertes de cada Sociedad Nacional que quedan al descubierto y entonces se convierten en una oportunidad para proceder a colmar esas debilidades y apoyarse en los puntos fuertes.”

La Cruz Roja Etíope llevó a cabo en 2013 un examen en el marco del proceso de certificación y evaluación de la capacidad institucional y los conocimientos adquiridos le ayudaron a elaborar un plan de acción para el cambio, un proceso ya en curso destinado a remodelar sus relaciones con el gobierno y los donantes, evaluar nuevos programas y proyectos, y formular una estrategia de movilización de recursos más adecuada. Para numerosas Sociedades Nacionales, el proceso de certificación y evaluación ya ha dado lugar a cambios concretos en la estructura de la organización y las prácticas de gestión con consecuencias directas a nivel comunitario.

“En lugar de realizar programas y proyectos desde la oficina nacional, empezamos a fortalecer nuestras secciones e impartir más formación a los voluntarios de las secciones para fomentar la autonomía en el trabajo”, explica Filipe Nainoca, director general de la Cruz Roja de Fiji.

“Por primera vez las secciones pudieron realizar su propio programa, una intervención motivada por los brotes de dengue”, dice Nainoca, y añade que se formó a 200 voluntarios en 14 secciones con lo que se logró atender a 86.000 personas.

“Antes del proceso de certificación y evaluación, el programa del dengue se hubiera realizado principalmente desde la oficina nacional y en las secciones solo cuando el personal de la oficina nacional estuviera presente”, dice, y añade que la Sociedad Nacional se está centrando en otras actividades de bajo costo concebidas y desarrolladas por voluntarios de las secciones.

“Hoy en día los voluntarios disponen de una mayor autonomía para hacer el trabajo en sus comunidades.” En muchos casos, no es solo la dinámica de los fondos de ayuda lo que inhibe el desarrollo institucional de las Sociedades Nacionales, sino el hecho de que muchos deben trabajar casi siempre en emergencias, año tras año. Siempre enfrentadas a crisis externas, a menudo no tienen la oportunidad para considerar tranquilamente su propio desarrollo institucional.

Cabe mencionar el ejemplo de la Cruz Roja Libanesa. Muy respetada y aceptada por sus servicios de ambulancia y primeros auxilios en Líbano, un país muy diverso y con frecuencia dividido, la Sociedad Nacional ha servido a todos los sectores de su población en numerosas crisis en los últimos 50 años.

“La Cruz Roja Libanesa hace muchas cosas y tiene muy buena reputación en relación a los servicios que ofrecemos a la población, pero nuestra capacidad organizativa no es tan sólida como debería, porque no hemos invertido lo suficiente en ello”, explica Nabih Jabr, director adjunto de la Cruz Roja Libanesa, Departamento de Servicios Médicos de Emergencia.

En 2013, la Sociedad Nacional reunió en una sala durante tres días al personal, los dirigentes, los encargados de la gobernanza y los voluntarios para el taller de certificación y evaluación de la capacidad institucional. Fue entonces cuando los dirigentes se dieron cuenta de que estaban perdiendo a personas calificadas y que trabajaban con mucha dedicación simplemente por la forma de gestionar al personal de ambulancias voluntario.

“Ser un trabajador voluntario del servicio médico de emergencia es muy exigente en cuanto al tiempo, unas 20 horas por semana –precisa Jabr–. “Cuando la gente se casa o progresa en su profesión, ya no tiene tiempo. Y estas son las personas que dedican su vida a la Cruz Roja; han estado allí durante cinco o diez años. Pero cuando no pueden comprometerse respecto al tiempo, pues tenemos que echarlos. Empezamos a reflexionar que tal vez podríamos ofrecerles otras oportunidades que son menos exigentes y donde sus experiencias pueden beneficiar a otros servicios que ofrecemos. “

El proceso de certificación y evaluación, junto con el apoyo que ya recibe de las Sociedades Nacionales hermanas, también permitió mejoras en la gestión financiera y en los recursos humanos lo que, según Jabr, mejorará la fuerza y la sostenibilidad a largo plazo de las operaciones de la Cruz Roja Libanesa. Jabr dice que está muy orgulloso de lo que la Sociedad Nacional ha logrado, incluso trabajando en estado de emergencia en los conflictos sucesivos. “Pero imagínese cuánto mejor podríamos ser –añade–, “si continuamos mejorando nuestra capacidad organizativa y lo mucho que beneficiaría a todos estos servicios.”

Un voluntario de la Cruz Roja Etíope ayuda a un niño a plantar un árbol como parte de un programa destinado a fomentar el servicio voluntario y mitigar los efectos del cambio climático. Conocida también por sus servicios de ambulancia y su respuesta en casos de emergencia grave, la Sociedad Nacional está estudiando la forma de desarrollar una financiación sostenible en el país y fortalecer su capacidad de organización desde la base.

Fotografía: © Berhanu Gezahegn/Cruz Roja Etíope

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