En el asentamiento irregular de Mukuru, en Nairobi (Kenia), los voluntarios recorren las calles y van de puerta en puerta informando a los habitantes sobre la forma en que pueden participar en los esfuerzos de preparación para desastres de la comunidad. Fotografía: Juozas Cernius/Cruz Roja Americana

Ideas brillantes, soluciones concretas

En el sector humanitario se sigue innovando y se ponen a prueba las últimas tecnologías, pero ¿cómo se puede hacer para que las comunidades locales contribuyan a idear y fabricar las tecnologías que mejor respondan a sus necesidades? Un proyecto piloto iniciado en dos asentamientos irregulares de Kenia y Sudáfrica nos da algunas respuestas.

Unathi Oscar Kweyi perdió a su padre en un incendio ocurrido en el municipio de Khayelitsha, un asentamiento irregular situado cerca de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). “Fue muy terrible y doloroso para mí perder a mi padre en una tragedia así. El fuego mata y es muy peligroso”, dijo.

Hoy Kweyi es voluntario de la Cruz Roja Sudafricana en la que forma parte de un equipo de intervención comunitario en casos de emergencia. “Si logramos mostrar a las personas los peligros que entraña un incendio, será posible reducir al mínimo la tasa de mortalidad”, dice Kweyi, que recibió una formación en el marco de la iniciativa “Detección de incendios para aumentar la seguridad en las comunidades urbanas”. Se trata de un programa de colaboración entre la Cruz Roja Americana, la Cruz Roja Sudafricana y la Cruz Roja de Kenia.

Esta iniciativa se puso en marcha en dos asentamientos irregulares: Khayelitsha, situado en las afueras de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), cuya población es de unos 400.000 habitantes, y Mukuru, en Nairobi (Kenia), con unos 250.000 habitantes.

En este tipo de asentamientos, los incendios son una de las principales preocupaciones para la seguridad de sus habitantes. La gente vive en barrios superpoblados donde las viviendas improvisadas están separadas apenas por callejones estrechos. Las casas son de madera, cartón y láminas de metal corrugado, por lo que el fuego puede propagarse rápidamente, destruyendo comunidades enteras en cuestión de minutos. Las zonas son de difícil acceso y prestar ayuda puede llevar mucho tiempo debido a la falta de infraestructura adecuada.

“Es importante entender el efecto que tienen los incendios en los asentamientos urbanos irregulares, en particular, la falta de información al respecto”, asegura Everlyne Wangema, responsable de proyectos para el departamento de gestión de desastres de la Cruz Roja de Kenia. “En general, las causas se deben a una conexión eléctrica ilegal, el descuido al cocinar, las formas de iluminación y de calentar el agua, y a veces a los incendios intencionales.”

A primera vista, el proyecto parece bastante sencillo: se instalan detectores de incendio en viviendas y otros edificios para disponer de una alerta más rápida y al mismo tiempo ayudar a prevenir los incendios e intervenir en caso de que ocurran. Pero es mucho más que eso: toda la comunidad ha participado en todas y cada una de las etapas , desde la planificación hasta la ejecución.

Establecido en el marco de una iniciativa más amplia de la Cruz Roja Americana, denominada “Diálogo global sobre tecnologías emergentes para las nuevas necesidades”, el proyecto de detección de incendios se inició después de que se pidiera a habitantes de los dos asentamientos que definieran cuáles eran, a su parecer, los riesgos más importantes para su bienestar y seguridad.

Según sostiene Abi Weaver, directora de la iniciativa para la tecnología global de la Cruz Roja Americana, se trata de un proceso innovador dirigido por las comunidades que eligen las tecnologías que van a utilizar, y cómo y quién las va a utilizar.

Anita Vizsy

Escritora independiente radicada en Nairobi.

“Este proyecto permite participar a los residentes de los asentamientos en el proceso de diseño e innovación”, añade. “Nos tuvimos que obligar a no hacer suposiciones en nombre de la comunidad, ni dejar que nuestras opiniones y las posibilidades que veíamos influyeran en las decisiones. Las comunidades son las que mejor conocen los problemas y saben lo que les conviene a largo plazo.”

Pero el proyecto también tiene apoyo externo; más de 20 asociados colaboraron en este complejo asunto. Por ejemplo en Mukuru, para facilitar el proceso, una empresa privada especializada en diseño “centrado en las personas” trabajó con miembros de la comunidad para ayudar a adaptar dispositivos que ya estaban en el mercado para garantizar que satisficieran las necesidades de la comunidad en la que se iban a utilizar —desde el color y el precio hasta el funcionamiento y la durabilidad—. Por ejemplo, en Khayelitsha, la empresa contrató también a miembros de la comunidad para hallar un modelo comercial en el que los usuarios pagan una moderada cuota para apoyar “clubes contra incendios” que ayuden a las comunidades en las tareas de preparación, respuesta y recuperación en caso de incendio. Más que proporcionar detectores en forma gratuita, se espera que se mantenga el incentivo de mercado para la fabricación, comercialización y uso del producto.

En el marco del proyecto, los vecinos también han creado un mapa de su comunidad. Mediante el uso de localizadores manuales o teléfonos móviles, entran las coordenadas de los peligros potenciales y la infraestructura, como escuelas y puntos de suministro de agua y los lugares donde se podrían instalar refugios en caso de emergencia. Este tipo de datos ayuda a la comunidad a prepararse para casos de desastre y preconizar servicios, derechos y recursos.

En muchos sentidos, Khayelitsha y Mukuru representan algunos de los principales retos que se plantean al sector humanitario hoy —la rápida urbanización agravada por las dificultades económicas y las crisis recurrentes, grandes y pequeñas—. Los proyectos emprendidos en estos asentamientos también pueden ofrecer un ejemplo de cómo la innovación impulsada por la comunidad, combinada con asociaciones globales y locales con el sector privado y la sociedad civil, contribuye a reducir el riesgo a largo plazo y mejorar la resiliencia de las comunidades.

Unathi Oscar Kweyi, habitante de Khayelitsha, asentamiento irregular de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) y voluntario de la Cruz Roja Sudafricana. Fotografía: Juozas Cernius/FederaciónInternacional

El fuego se propaga con extraordinaria rapidez en los asentamientos irregulares y las consecuencias suelen ser mortales. Aquí, los residentes del asentamiento de Mukuru en Nairobi buscan sus pertenencias tras un incendio en junio de 2015. Fotografía: Juozas Cernius/Cruz Roja Americana

La innovación llega a una aldea

Cuando la población de dos asentamientos de África comenzó a colaborar con los trabajadores humanitarios y los empresarios para resolver un asunto de salud pública de vida o muerte, todos aprendieron algo nuevo.

Namatham ‘Thamie’ Sana Sibutha

Residente y miembro del grupo comunitario de tareas del asentamiento de Khayelitsha, Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Como líder de la comunidad de Khayelitsha, Sibutha trabaja codo a codo con la Cruz Roja Sudafricana para “elevar nuestro estándar de vida. Aunque vivamos en chozas, seguimos siendo humanos y necesitamos mejorar ese nivel.”

“Es la primera vez que colaboramos con la Cruz Roja de esta manera. Solemos ver a la Cruz Roja cuando hay un desastre distribuyendo comida o mantas. Pero esta vez es diferente. La Cruz Roja nos contactó y nos dijo: ‘Queremos ayudarlos pero no podemos hacerlo si ustedes no se ayudan a ustedes mismos. Lo primero es que todos participen para que podamos trabajar codo a codo y así ayudar a la comunidad’.”

“Los bomberos están lejos de Khayelitsha y el camión no puede pasar entre las casas por falta de espacio. Gracias a la formación de la Cruz Roja, ahora podemos controlar los incendios. Los detectores pueden alertarnos a tiempo y podemos evitar así que se propague el incendio.”

“Estábamos acostumbrados a manejar los incendios a la ligera, pero ahora somos prudentes. Sabemos ayudar a las personas que sufren quemaduras a causa de los incendios [y] evitar los incendios antes de que ocurran.”

Fotografía: Juozas Cernius/Federación Internacional

David Gluckman

Cofundador, Lumkani, Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Como empresa social que fabrica detectores de incendios de bajo costo para asentamientos irregulares, Lumkani ya estaba proporcionando sensores en Khayelitsha antes de que se iniciara el proyecto de la Cruz Roja.

“Las empresas sociales siempre deben estar centradas en el mercado y tienen que innovar con los modelos comerciales que proponen. Los donantes tienen que verse como inversionistas en efectos; la empresa social invertirá estos ingresos a fin de asegurar de la manera más eficiente para el mercado un aumento de los ingresos y los efectos.”

“La lección más importante que hemos aprendido es que hay muchos interesados en el proyecto. Para ser sostenibles, debemos lograr que todos los actores participen y colaborar muy estrechamente con ellos.”

Fotografía: Juozas Cernius/Federación Internacional

Taariq Twaha

Jefe de grupo de Tecnología de información, Cruz Roja de Kenia

Para Taariq Twaha, el proyecto de detectores de incendios es el primer proyecto basado en la comunidad con tecnología en que trabaja la Cruz Roja de Kenia y también es la primera vez que el equipo de tecnología de la información de la Sociedad Nacional participa en la programación de tal manera.

“Hemos aprendido que, para dar un valor real, tenemos que participar plenamente desde el principio hasta el final. Hasta ahora se nos veía como personas que instalábamos computadoras. Hoy hemos pasado a ser un asociado estratégico.”

“Como organizaciones humanitarias, no tenemos dinero para invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías. Tenemos que ver la manera de emplear tecnologías que ya están en uso y la mejor manera de aplicarlas a la labor humanitaria.”

“La gran pregunta es ¿cómo hacer para que nuestros donantes sepan aceptar el fracaso? Si conseguimos donantes que estén dispuestos a probar nuevas tecnologías, creo que llegaremos muy lejos en esto de abordar cuestiones humanitarias.”

Fotografía: Juozas Cernius/Federación Internacional

Craig Cisero

Estratega empresarial, Frog Design, Milán, Italia

Frog Design se define como una empresa de diseño centrada en el ser humano, método por el que se guió para facilitar reuniones y conversaciones en la comunidad con la intención de obtener detectores de incendios que se adapten mejor a sus necesidades.

“En el fondo, lo que las organizaciones querrían lograr gracias a la tecnología es una situación en la que [la solución técnica se desarrolla por sí sola] sin necesidad de ser algo que se dona y que se mantiene mediante el tiempo que le dedican voluntariamente las personas. Lo importante es entender cómo la gente recibe el producto para que este perdure en el tiempo.“

Fotografía: Juozas Cernius/Federación Internacional

Everlyne Wangema

Responsable de proyectos, departamento de gestión de desastre, Cruz Roja de Kenia

Everlyne Wangema dice que gracias a esta iniciativa la tecnología y el compromiso de la comunidad pasaron a un nuevo nivel dentro de la programación de la gestión de desastres de la Sociedad Nacional.

“Sin la adhesión de la comunidad no habríamos podido movilizar tal número de personas. La sostenibilidad consiste en hacer participar y entender en todo momento el entorno.

Si tu compromiso no es verdadero y no produce resultados importantes para las personas, el proyecto es inútil y se convierte en un proyecto más.”

“Como organización, [la Cruz Roja de Kenia] hoy es más proactiva y no nos limitamos solo a intervenir y prestar socorro. Forjamos la resiliencia y mejoramos la capacidad; proporcionamos a los habitantes una caña de pescar para que puedan ir a pescar. Creo que a estas alturas es así como deberían ser los asuntos humanitarios y la gestión en el mundo.”

Fotografía: Juozas Cernius/Federación Internacional

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