Transformar vidas entre rejas
En centros penitenciarios de la ciudad de México, personas voluntarias de Cruz Roja no sólo salvan vidas, sino que dejan un efecto dominó de compasión hacia los demás.
Necessary cookies are required to enable the basic features of this site, such as providing secure log-in or adjusting your consent preferences. These cookies do not store any personally identifiable data.
Functional cookies help perform certain functionalities like sharing the content of the website on social media platforms, collecting feedback, and other third-party features.
Analytical cookies are used to understand how visitors interact with the website. These cookies help provide information on metrics such as the number of visitors, bounce rate, traffic source, etc.
Performance cookies are used to understand and analyze the key performance indexes of the website which helps in delivering a better user experience for the visitors.
Advertisement cookies are used to provide visitors with customized advertisements based on the pages you visited previously and to analyze the effectiveness of the ad campaigns.
Fotografía: Nadia Shira Cohen/Federación Internacional
Vestido con un delantal blanco en el que se puede leer “Vida Saludable” y armado con una cuchara de madera y un cuchillo, Francisco Javier Barreras, coordinador de gestión de emergencias de la Cruz Roja Mexicana para la ciudad de Navojoa, se apronta para cocinar un sabroso, económico y sencillo plato de pollo, verduras y arroz. Una cámara digital capta al mismo tiempo los movimientos del cocinero mientras pela zanahorias, corta zuquinis y describe paso a paso la preparación de sus platos. Barreras conoce muy bien lo que es comer sano y por lo mismo se ha vuelto famoso compartiendo sus recetas en las redes sociales (YouTube, Facebook e Instagram, por citar solo algunas). Muchos de los ingredientes que utiliza provienen de su propio huerto, que cuenta con una variedad de frutas y verduras que va desde mangos hasta calabazas. “Necesitamos ofrecer ingredientes que la gente conozca y aprecie, de lo contrario no lo va a comer”, asegura.
El programa de cocina casera es tan solo una de las contribuciones de Barreras a una plataforma web iniciada por la Federación Internacional llamada “Vida Saludable”, destinada a concientizar sobre las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y el cáncer, mediante la promoción de buenos hábitos alimenticios, el ejercicio y el consumo reducido de alcohol y tabaco. Se utiliza un enfoque muy parecido al de un curso de aprendizaje en línea e incluye información para saber detectar los síntomas de la diabetes, así como consejos para una alimentación sana y sugerencias para paseos en bicicleta y sesiones de ejercicios en escuelas y parques de la ciudad. El programa ha tenido un éxito inmediato en México, país con la tasa más alta de obesidad del mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Los problemas relacionados con la obesidad representan el 10% del presupuesto de salud del país y la diabetes de tipo 2 es la principal causa de muerte, seguida de las enfermedades cardíacas. En total, las enfermedades no transmisibles causan el 77% de las muertes en el país. “Todos tenemos algún familiar que se ha visto afectado por una de estas enfermedades o que ha muerto a causa de ella”, afirma Isela Velázquez, coordinadora de la Cruz Roja de la Juventud en la ciudad mexicana de Guanajuato. Para Velázquez, la clave es trabajar con los niños en la escuela desde pequeños, cuando empiezan a adquirir los hábitos y pueden influir en sus padres, añade. Del mismo modo, en Ciudad de México, los voluntarios enseñan mediante el juego a los niños de las comunidades marginadas a adquirir hábitos saludables y les proponen actividades sociales seguras y entretenidas, que también pueden ser una alternativa a las drogas y la violencia.
Juan llegó a Colombia con su hijo Santiago a fines de octubre. Después de salir de la ciudad fronteriza de Cúcuta, ambos caminaron kilómetros y kilómetros hasta Pamplona, atravesaron pasos de montañas y valles antes de que alguien los recogiera y pudieran cruzar en coche por el gélido Páramo de Berlín: la etapa más dura del viaje hasta Bucaramanga.