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“Están a salvo”

Para los migrantes perdidos en medio del mar, tras huir de la persecución y la guerra, estas tres palabras significan todo.

«La única frase que quieren escuchar es: ‘Están a salvo'», dice Abdelfetah Mohamed, que trabaja como facilitador postrescate a bordo del Ocean Viking, un barco cuya única misión es socorrer a las personas en peligro que se encuentran en medio del mar Mediterráneo. Para los migrantes rescatados, las palabras «Están a salvo» significan muchas cosas: en primer lugar, que no serán devueltos a Libia, donde los migrantes suelen languidecer detrás de las rejas en condiciones deplorables. Y, además, que no se perderán en el mar, un destino que les espera a muchos cada año.

El Mediterráneo central es actualmente la ruta migratoria marítima más mortífera del mundo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y en los últimos años se ha producido un fuerte aumento en el número de migrantes que intentan la travesía. El Ocean Viking tiene por misión velar por que todos los que hacen ese peligroso viaje lleguen a un lugar seguro en tierra firme.

Un miembro de la tripulación del Ocean Viking otea el horizonte en busca de una embarcación de migrantes que, según se reportó, quedó varada en aguas internacionales entre Libia e Italia. Tripulado por SOS Méditarranée, en asociación con la Federación Internacional que presta asistencia humanitaria a bordo, el Ocean Viking es uno de los pocos barcos de búsqueda y salvamento gestionados por organizaciones no gubernamentales en el Mediterráneo central en 2022.

Al amanecer durante una patrulla, la tripulación del Ocean Viking, tras divisar un bote de goma atestado de gente que, según se supo, salió recientemente de Libia, envía inmediatamente embarcaciones de rescate.

Al llegar al bote de goma varado, los rescatistas del Ocean Viking comienzan a subir a los pasajeros  a bordo de las embarcaciones de rescate. Desde allí, los migrantes son llevados a bordo del Ocean Viking, donde SOS Méditerranée y la Federación Internacional les proporcionan primeros auxilios, asistencia de salud y materna, alimentos, apoyo psicosocial e información sobre los derechos de los migrantes y los trámites que probablemente tendrán que realizar cuando desembarquen en un puerto europeo.

«Cuando vimos que el barco se acercaba, sentimos como si hubiésemos vuelto a nacer», dice Hayelom, uno de los migrantes rescatados ese día. «Estábamos seguros de que íbamos a morir. Sabíamos que sería un viaje difícil. Pero preferimos aceptar la muerte como una de las opciones a ser encarcelados en Libia».

«Lo único que quieren escuchar es: ‘Están a salvo'», dice Abdelfetah Mohamed, un voluntario de la Cruz Roja Italiana que ahora trabaja para la Federación Internacional como facilitador postrescate. El propio Abdelfetah es un migrante de Eritrea y su dominio de varios idiomas hablados en África y su propia experiencia, tras escapar de la guerra y cruzar el Mediterráneo, le permiten comunicarse bien con las personas rescatadas y ayudarlas en los difíciles trámites que les esperan.

«En 2011, llegué en una pequeña embarcación desde Libia. Y antes de eso, atravesé el Sahara. Así que esta experiencia me permite estar más cerca de estas personas. Para ellas es un momento importante. Así que elijo muy bien mis palabras y me dirijo a ellas con respeto y dignidad. Ellas lo notan y me creen”.
Abdelfetah Mohamed
Facilitador postrescate a bordo del Ocean Viking

Los migrantes rescatados por el Ocean Viking suelen pasar varios días a bordo del barco mientras este espera la autorización para desembarcar en un puerto seguro. Es un momento de celebración, anticipación y ansiedad por su futuro inmediato. También es un momento de ternura, solidaridad y reflexión sobre lo que les aguarda, sus vivencias y la suerte que corren los familiares que dejaron atrás.

En este viaje, también se celebra una nueva vida. El bebé nació cuando un grupo de migrantes estaban en cautiverio en Libia justo antes de la travesía. Aunque la mayoría de los migrantes que emprenden la ruta del Mediterráneo central son hombres, muchas mujeres también intentan cruzar, a veces con bebés o niños pequeños.

«Nunca pensé que sería un migrante», dice Hayelom. «Fue algo repentino. La guerra estalló de repente el año pasado, a causa de la crisis política en Etiopía. Debido a los ataques aéreos y a los tanques, corrimos para ponernos a salvo. Supimos que había un campamento de refugiados en Sudán, así que huimos hacia allá. Cuando salimos del campamento en Sudán para conseguir trabajo, nos secuestraron y nos llevaron a Libia, donde permanecí nueve meses. Por ahora, no quiero volver a casa. Porque si voy a mi país, me llevarán a la guerra. Mi primer sueño en la vida es vivir con tranquilidad, aprender y terminar mis estudios. En el futuro, quiero cumplir algunos de mis sueños. Deseo que mi familia sepa que estoy bien y soy feliz».

Abdelfetah (vestido de blanco en el centro) pasa mucho tiempo con los migrantes. Les explica que lo que les espera no será nada fácil. «Desde el momento en que les digo ‘están a salvo’, empiezan a pensar: ‘Muy bien, ¿y qué vamos a hacer?’ Entonces empiezo a prepararlos. Creo que mi responsabilidad no es solo darles alimentos, conversar con ellos y luego darles las buenas noches. Quiero prepararlos de verdad, porque muchos llegan con grandes sueños y luego, con el tiempo, la realidad los golpea. Así que intento contarles lo que realmente les espera. Pasarán de mano en mano, de centro en centro. Así que hay que prepararse para ello».

Además, muchos migrantes no se dan cuenta de que tendrán que quedarse en el primer país europeo al que lleguen, en este caso Italia.  «Les describo ‘cuál es la realidad’. Cómo viven los migrantes y los refugiados en Europa», cuenta Abdelfetah, facilitador postrescate de la Federación Internacional. «Cuando llegas a un país de Europa, no puedes moverte más. Y sé que hay muchas personas viviendo en la calle. Cada vez que van a Alemania, las mandan de vuelta. Van allí, las mandan de vuelta.  Y ahora están en la calle.  Los miro y me da pena.  Me da pena por lo que les espera. Y por eso digo: ‘Celebro y luego enfrento la realidad’. Porque estas personas no tienen demasiado tiempo. Así que trato de prepararlos, de pensar en un plan. Y tienen que empezar a hacerlo desde ahora y no perder el tiempo pensando que van a un paraíso».

«He visto muchas cosas que la mayoría de la gente ni puede imaginar», dice Abdelfetah. «Conozco a muchas personas que tenían una vida fantástica y lo perdieron todo en un momento. Y esto me hace valorar la vida y lo que tengo».

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Se necesita urgentemente apoyo financiero para seguir salvando vidas a bordo del Ocean Viking. La Federación Internacional hace un llamamiento para recaudar la cantidad de 2,4 millones de francos suizos por año, y sin embargo nuestra labor no cuenta con los fondos suficientes. Si no conseguimos más apoyo, la tarea de salvar vidas podría detenerse por completo y poner en peligro la vida de muchas personas.

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