Cerca de la localidad de Dilla, en el noroeste de Somalia, una mujer cuida sus cabras. De las 200 que tenía, más de 100 han muerto ya de sed y hambre. Fotografía: Arie Kievit/Cruz Roja Neerlandesa

Una crisis dentro de otra

Somalia se enfrenta a una crisis a raíz de la sequía, que se suma al conflicto y a una infraestructura en ruinas. Esta compleja emergencia plantea no pocos problemas a la acción humanitaria.

LOS RÍOS COMENZARON a secarse debido a la falta de lluvias y la cosecha se perdió a principios de este año, lo que obligó a las personas cuyos medios de vida dependen de la agricultura y la ganadería a acercarse a puntos de agua o centros urbanos para sobrevivir.

“De los casi 300 animales que tenía, hoy me quedan solo 30, los otros murieron durante la sequía”, dice Abdullahi, cuyos ingresos dependen de la venta de ganado para mantener a su familia. No puede vender ni tampoco sacrificar los animales que le quedan porque están muy débiles, y tuvo que mudarse con su familia a 25 km al norte de la ciudad de Garowe, donde espera vender arena de un lecho de río cercano para sostener a su familia.

El período de sequía continuó, lo que llevó a la población al borde de la hambruna y esto obligó a las organizaciones humanitarias a intensificar su acción para evitar un desastre como el que se vivió en 2011, cuando, según informes, más de 250.000 personas perdieron la vida a causa del hambre extrema. “La gente sufre por todas partes y la dura realidad es que todos necesitan ayuda”, observa Dusan Vukotic, coordinador del CICR para los programas de socorro en Somalia.

Tras comenzar la temporada de lluvias (las llamadas lluvias”gu”), que se extiende de mayo a junio, muchas zonas de Somalia seguían afectadas por la sequía, mientras que otras empezaban a sufrir el efecto de las inundaciones repentinas, que suelen ocurrir durante la temporada de lluvias cortas (las llamadas lluvias “haga”), que va de julio a septiembre.

En muchas zonas, los campesinos empezaron a cultivar sus tierras una vez más. Pero, aunque las lluvias sean suficientes, no podrán eliminar las persistentes dificultades que ha sufrido la población en los últimos meses. Según datos recopilados por la Media Luna Roja Somalí, los casos de malnutrición entre los niños han seguido aumentando y las enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, también han acusado un incremento. Sin ingresos procedentes del cultivo o el ganado, muchas personas han quedado en la ruina.

Así pues, las organizaciones humanitarias han desplegado sin descanso su labor de emergencia. La crisis les ha exigido esfuerzos diligentes e intensos con objeto de seguir salvando vidas y así ofrecer a las personas por lo menos la posibilidad de levantar cabeza cuando la sequía por fin les dé tregua.

Rita W. Nyaga

Asistente de comunicaciones en la delegación del CICR para Somalia, establecida en Nairobi (Kenia).

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¿Nunca es nunca?

¿Alguna vez podremos decir “nunca más” a la sequía, la hambruna y la violencia en el África subsahariana?

Una intervención compleja y complementaria

Sin embargo, hacerlo en una situación tan compleja como la que existe en Somalia no es una tarea sencilla. Afortunadamente, la Media Luna Roja Somalí y otros asociados del Movimiento despliegan actividades desde hace mucho tiempo en el país y, por lo tanto, podrán realizar una intervención complementaria mientras dure la sequía.

El CICR cuenta, por ejemplo, con nueve oficinas en Somalia, seis de ellas con capacidad de almacenamiento. El CICR respalda 76 centros de salud de la Media Luna Roja Somalí, más de 40 dispensarios móviles, cuatro hospitales y dos centros de estabilización en Biadoa y Kismayo. También presta apoyo a 20 centros de atención primaria de salud, ocho dispensarios móviles de la Media Luna Roja Somalí y 19 centros terapéuticos ambulatorios.

La Federación Internacional y las Sociedades Nacionales asociadas prestan apoyo a los dispensarios móviles de la Media Luna Roja Somalí y, desde las oficinas de la Federación Internacional en Somalilandia, organizan los esfuerzos de suministro de agua, saneamiento e higiene, y proporcionan artículos de socorro. También han puesto en marcha un centro de tratamiento del cólera, entre otras cosas.

La lluvia no tiene la culpa

En toda África subsahariana, millones de personas no tienen suficiente comida y miles caen enfermas a causa de la nutrición inadecuada y la falta de agua limpia. Aunque las causas específicas de la escasez de alimentos varían según la zona, hay un factor en común: la sequía pertinaz se ve agravada por una serie de situaciones provocadas por el hombre. En Sudán del Sur y Somalia, por ejemplo, la escasez de lluvias estacionales se sumó a los conflictos, que ya habían causado el desplazamiento masivo de millones de personas y la interrupción de la producción normal de alimentos. Mientras tanto, una infraestructura precaria y otras barreras al acceso humanitario han dificultado enormemente la prestación de asistencia. «No podemos culpar a la falta de lluvia por estas tragedias», dijo recientemente un colaborador del Movimiento. En los artículos siguientes, examinamos las dificultades para responder a estas múltiples crisis que se superponen.

Este tipo de acción complementaria —es decir, cada componente interviene en varias partes del país— es lo que ha permitido al CICR, a la Federación Internacional y a la Media Luna Roja Somalí prestar asistencia a más de 1 millón de personas durante la crisis. La coordinación es fundamental en las emergencias complejas aun si la tarea se vuelve más complicada, sobre todo cuando los enfrentamientos entorpecen o impiden el acceso a la población.

“Tanto los donantes como los trabajadores humanitarios se han comprometido desde el principio a aportar una respuesta global”, dice Daniel O’Malley, jefe adjunto de la delegación del CICR para Somalia con sede en Nairobi (Kenia). “Dicho esto, seguimos experimentando las limitaciones habituales con respecto a la coordinación, algo relativamente comprensible dada la magnitud de las operaciones y la gran cantidad de asociados humanitarios involucrados”.

Una carrera contra el tiempo

La logística ha sido otro problema para los actores humanitarios en Somalia. “Después de 30 años de conflicto, la infraestructura del país ha quedado devastada”, asegura.

La urgencia de contener la malnutrición y la crisis de cólera, así como la extrema necesidad de almacenar agua, implicaron que el equipo necesario para reparar la infraestructura básica tuviese que ser transportado a Somalia desde Ginebra y Nairobi.

Las bombas situadas en los pozos de perforación empezaron a romperse porque funcionaban durante períodos más largos de lo habitual. Y hubo que comprar decenas de bombas y generadores a fin de asegurar una mayor cantidad de agua, un bien vital para las personas afectadas por la sequía. Además de reparar los pozos, los colaboradores nacionales del CICR construyeron pozos a mano e instalaron tanques de almacenamiento abiertos y abrevaderos temporales para el ganado.

Sin embargo, incluso las funciones más esenciales y urgentes, como el transporte de socorros, han resultado onerosas y a veces difíciles de cumplir debido a una serie de factores como la restricción de las normas de importación, la burocracia en los países por los que ha de pasar la ayuda, las barreras de control puestas por los grupos armados, la necesidad general de seguir rutas más largas debido a los problemas de seguridad y las pautas meteorológicas.

A pesar de las dificultades, el CICR logró entregar 440 camiones de asistencia y transportar por avión insumos médicos a diferentes partes de Somalia. Además, se compraron 2 lanchas para llegar hasta las comunidades bantúes aisladas en las islas Bajuni, lo que facilitó y redujo también el precio de las evaluaciones y el seguimiento entre estas comunidades. “Las lanchas se donaron a la Media Luna Roja Somalí para economizar viajes a las Bajuni”, señala Gunther Kreissl, coordinador de las actividades logísticas del CICR en Somalia. “Durante la temporada de los monzones, los barcos llegan al puerto de Bosasso desde Mogadiscio con mucha lentitud y el transporte marítimo es muy caro”, asegura, y añade que algunas embarcaciones más pequeñas que utiliza normalmente el CICR se niegan a navegar durante esa temporada porque es peligroso.

En el centro de estabilización del Hospital General de Kismayo, Fatuma mira a su nieto de cinco meses mientras lo pesan. El peso de los niños malnutridos se controla diariamente para comprobar que responden al tratamiento. Fotografía: Pedram Yazdi CICR

Intervenciones en efectivo
Al mismo tiempo, el apoyo brindado por el Movimiento a la Media Luna Roja Somalí le ha permitido aprovechar las nuevas tecnologías y las novedades en la prestación de asistencia, como los servicios bancarios y la recopilación de datos por medio de teléfonos móviles, cosa que vino muy bien dado el constante movimiento de personas que buscan alimentos, agua y alguna forma de sustento.

Gracias al uso de la tecnología móvil para la recopilación de datos epidemiológicos y el registro y seguimiento de los beneficiarios de la ayuda, los voluntarios de la Sociedad Nacional han podido reunir, analizar, supervisar y comunicar datos de una manera más oportuna y precisa que nunca.

Sin embargo, el proceso no es fácil, ya que implica la recopilación de muchos tipos de datos en una amplia zona en la que los voluntarios enfrentan diversos obstáculos para llegar a las personas que necesitan ayuda.

Por otro lado, las transferencias de dinero en efectivo mediante los sistemas bancarios telefónicos ya se utilizaban mucho antes de la actual sequía, lo que permitió a los asociados de la Media Luna Roja Somalí y del Movimiento prestar apoyo vital a miles de personas.

En los lugares donde los mercados funcionan, las intervenciones mediante la entrega de dinero en efectivo han permitido revitalizar el comercio local, aunque en menor medida, y aumentar la resiliencia local. Pero para poder mantener abiertos los mercados o reimpulsarlos mediante el dinero en efectivo es indispensable que la gente se sienta lo suficientemente segura para hacer incluso el más corto de los viajes.

En los lugares donde no había redes telefónicas o los beneficiarios no deseaban dar su número de teléfono, se distribuyeron cupones, que “los proveedores seleccionados de servicios financieros canjeaban por dinero en efectivo”, explica Martin Kenny, especialista del CICR en donaciones en efectivo y mercado para Somalia.

Trabajar juntos
Las transferencias monetarias se han convertido en una plataforma para mejorar la coordinación, ya que muchas organizaciones, así como bancos del sector privado y compañías de telecomunicaciones, colaboran para crear sistemas unificados y fáciles de usar para los beneficiarios.

Pero todavía hay muchos obstáculos que impiden la buena coordinación. Según algunas personas entrevistadas para este artículo, el sistema de grupos temáticos del Comité Permanente entre Organismos no se ha activado aún plenamente en Somalia, por lo que la comunicación y la coordinación entre todos los sectores de la asistencia humanitaria podrían mejorarse.

En el marco del sistema de grupos temáticos, las organizaciones de socorro trabajan en grupo para compartir información y coordinar sus actividades en campos especificos de interés, como alojamiento provisional o salud. En Somalia, algunos grupos temáticos son más activos que otros. En algunos casos, el CICR ha mantenido conversaciones bilaterales con varios de ellos para compartir los lugares de distribución de alimentos. De esta manera, se evitaron las duplicaciones en el terreno y se veló por que la asistencia llegara al mayor número de personas posible y se atendiera a las necesidades menos evidentes aunque urgentes.

Al mismo tiempo, las vías de comunicación en Somalia no siempre están disponibles, lo que complica aún más los esfuerzos de coordinación. Afortunadamente, el Movimiento despliega actividades en el país desde hace mucho tiempo, lo que ha significado que la comunicación con las principales partes interesadas y los grupos con influencia en los acontecimientos, los actores armados inclusive, ha estado funcionando durante muchos años y esto contribuyó a que se aceptara mejor la labor del Movimiento en muchas zonas.

Ahora bien, mientras no se instale una estabilidad a largo plazo en el país, seguirán siendo limitados los esfuerzos tendentes a lograr las mejoras a gran escala tan necesarias en los sectores del transporte, la agricultura y la salud en Somalia, que reforzarán la resiliencia de la población somalí ante las futuras sequías.

Un miembro del equipo de salud de la Media Luna Roja Somalí explica a un grupo de mujeres las ventajas del amamantamiento, la vacunación, la higiene adecuada y el saneamiento durante la visita de un dispensario móvil a una aldea en la parte central de Somalia. Fotografía: Abdikarim Mohamed/CICR

En el hospital regional de Baidoa (sur de Somalia), una abuela mira a su nieto que quedó huérfano. Ambos viven en un campamento de personas desplazadas en la periferia de la ciudad. Fotografía: Abdikarim Mohamed/CICR

Cuando la muerte llega sin aviso

En el centro de tratamiento del cólera de Baidoa, los pasillos están atestados de enfermos. En el exterior, se instaló otra tienda de campaña para atender al creciente número de pacientes, muchos de los cuales son niños. Al caer la noche, muchos duermen a la intemperie.

Este es uno de los centros de tratamiento apoyados por el CICR. En el momento más difícil de la emergencia, el CICR también apoyó el centro de tratamiento de Baardheere durante un corto período y siguió respaldando el centro de Kismayo hasta que cerró sus puertas debido a la disminución del número de pacientes. En estos centros se atendió a unas 7.000 personas, de las cuales cerca de la mitad eran niños.

Estos centros han sido esenciales, ya que el cólera puede debilitar rápidamente la salud de los niños. “El cólera llega de repente y puede provocar rápidamente una peligrosa pérdida de líquidos”, señala Ana María Guzmán, encargada de programas de salud del CICR para Somalia. “El objetivo es reemplazar los líquidos perdidos usando una simple solución de rehidratación”.

Sin rehidratación, aproximadamente la mitad de las personas con cólera mueren. Gracias al tratamiento, el número de muertes es inferior al 1%.

Mientras tanto, los voluntarios de la Media Luna Roja Somalí promueven hábitos de higiene apropiados realizando visitas puerta a puerta, enseñando a la gente cómo deben lavarse las manos y otras técnicas para evitar las enfermedades infecciosas. También les proporcionan tabletas potabilizadoras.

Sin embargo, dadas las condiciones en muchas zonas, incluso en los campamentos de desplazados, el riesgo de infección sigue siendo todavía muy alto. “El acceso al agua potable y las condiciones de almacenamiento de agua están muy por debajo de la norma mínima y un gran número de personas desplazadas tienen un acceso extremadamente limitado al agua. Y, en algunos casos, el agua a la que acceden está contaminada”, señala Nicolas Boyrie, delegado de socorro de la Federación Internacional.

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