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Hong Kong: megaciudades, megacalor

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La urbanización agrava los efectos del calentamiento y ciudades como Hong Kong sufren un aumento rápido de las temperaturas. Los más afectados son los habitantes más vulnerables, como las personas de edad.

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Hong Kong se está calentando. Según el Observatorio de Hong Kong: la ciudad registra una marcada tendencia al alza de las temperaturas a largo plazo, que los datos de 2017 y 2018 confirman: el año 2017 fue más caluroso de lo normal, con 41 noches calurosas (más de 28° C) y 29 días muy calurosos (más de 33° C). Esas cifras son, respectivamente, la más elevada y la sexta más elevada que se tengan registradas. La «estación cálida» de 2018 comenzó con el mes de mayo más tórrido desde 1885, en el que las temperaturas alcanzaron los 36,7 °C.

¿Todo esto se debe al cambio climático? Lee Sai-ming, investigador principal del Observatorio de Hong Kong, nos responde.

“El cambio climático se inscribe dentro de un panorama general. Examinamos la evolución del clima en el largo plazo y no durante tal o tal año. Sin embargo, si nos situamos en el contexto del cambio climático, las olas de calor registradas este año en Hong Kong, que se suman a los fenómenos del mismo tipo observados en todo el mundo, demuestran que la probabilidad de tener veranos muy calurosos aumenta”.

De hecho, las temperaturas en Hong Kong han subido a un ritmo de 1,2 grados por siglo, aunque los datos muestran que ese ritmo se ha acelerado en los últimos decenios.

«Cuando hace calor, no salgo porque no lo soporto. Me quedo en casa para mantenerme al fresco. Pero me gustaría poder salir para charlar con mis amigos. Hablamos de los lugares que nos gustaría visitar o de nuestras familias».

Lee Kit-wan, 81 años

Las consecuencias inmediatas

“Las altas temperaturas son peligrosas para las personas de edad”, explica Irene Lui Sau-lan, responsable del servicio de emergencia local de la Cruz Roja de Hong Kong. “A menudo viven solas y no pueden contar con el apoyo de su familia. Muchas padecen enfermedades crónicas, lo que las hace todavía más frágiles. El calor también incide en su vida diaria, reduce el tiempo que pueden pasar al aire libre y refuerza el sentimiento de soledad”.

Se pueden constatar los efectos de las temperaturas más altas en Kwun Tong, que es a la vez el barrio más caluroso de Hong Kong y donde se concentra el mayor número de personas con bajos ingresos y de más edad. Muchas personas aquí son muy vulnerables al calor, pero disponen de muy pocos medios para protegerse.

“Voy al parque de mañana temprano”, dice Wong Shuk-man, una viuda de 82 años que vive sola en un edificio de la urbanización de Tsui Ping, en Kwung Tong. “Hace mucho calor durante el día, así que vengo a las 5 o 6 de la mañana. Hago ejercicios, converso con vecinos y, sobre todo, puedo tocar el erhu (instrumento de música tradicional de dos cuerdas). El calor en mi casa es insoportable durante el día y puedo tocar solo un rato porque debo mantener la puerta abierta para que circule el aire y los vecinos se empiezan a quejar rápidamente”.

Incluso para cocinar es demasiado caluroso el apartamento. “Cocino aquí en el pasillo”, comenta. “Saco todos los implementos para cocinar el arroz y como aquí todos los días, porque está más fresco; adentro es sofocante”.

WONG Shuk-man, 82, Kwun Tong

La única ventanita de los escasos 10 m2 que conforman el apartamento de Wong Shuk-man, está obstruida por sus cosas que, lógicamente, no tiene donde guardar. Originaria de Fujian (China), Wong Shuk-man vive en Hong Kong desde hace más de 30 años: “Hace cada vez más calor en Hong Kong”, asegura, y agrega que algunos días el calor le impide simplemente moverse. Lo peor fue el día del “gran calor» cuando la temperatura sobrepasó los 35 grados. “Fue el 23 de julio de 2018, y no me atreví a salir, pero me sentí bien sola. Así que finalmente fui al centro comunitario para personas mayores”.

Catherine Wong Kuk-ching, responsable principal del centro comunitario para personas mayores True Light Villa, conoce muy bien la situación que describe Wong Shuk-man. El calor puede tener graves consecuencias en las personas de edad, especialmente cuando viven solas. Para protegerse deben quedarse en casa, lo que también supone algunos riesgos, pues pueden sentirse muy aisladas y, en el peor de los casos, caer en una depresión. “Además, muchas personas no usan el aire acondicionado porque es una solución demasiado costosa y los centros comunitarios se convierten así en su ‘segundo hogar’. Vienen aquí para hablar con sus amigos y participar en los programas que proponemos. Pero, por supuesto, también les gusta aprovechar el aire acondicionado que hay en el centro, para refrescarse”.

¿Qué influencia tienen las ciudades?

Según estudios realizados por el Observatorio de Hong Kong, la urbanización contribuye en un 50% al calentamiento en ciudades como Hong Kong. En primer lugar, los edificios altos impiden la circulación del aire y reducen la velocidad del viento, lo que priva a la ciudad de la brisa marina de la que debería disfrutar. Además, los edificios fabricados con materiales densos como el hormigón y el acero conservan el calor durante más tiempo que las estructuras de madera utilizadas en áreas suburbanas y rurales. Por la noche, los edificios liberan el calor acumulado durante el día, pero ese proceso se dificulta por lo estrecho de  los espacios existentes entre los pisos inferiores. Por ende, el enfriamiento nocturno es menor en la ciudad que en las zonas rurales. Los estudios muestran que la diferencia de temperaturas entre el campo y la ciudad puede ser considerable: en algunos casos, se ha registrado una diferencia de hasta 10 grados entre las temperaturas mínimas de las zonas urbanas y las áreas rurales.

Otros elementos se suman al problema. “Las emisiones de gas procedentes de la circulación y el transporte contribuyen a la formación de nubes de lluvia, lo que significa que llueve más en las zonas urbanas que en el campo”, explica Lee Sai-ming. “Realizamos un estudio que muestra que las precipitaciones aumentaron más en Hong Kong que en las zonas rurales. Una de las causas posibles de ese fenómeno es la intensa actividad urbana. Por lo tanto, debido a las actividades urbanas y a las temperaturas más elevadas, la intensidad y la frecuencia de las precipitaciones también están aumentando en Hong Kong. El calor produce una mayor evaporación de los océanos y la atmósfera más cálida puede retener más humedad, lo que acrecienta el riesgo de lluvias particularmente abundantes”.

La urbanización puede contribuir hasta en un 50% al calentamiento de ciudades como Hong Kong. Los edificios altos impiden que el aire circule y reducen la velocidad del aire, absorbiendo al mismo tiempo el calor durante el día y liberándolo por la noche, lo que hace que la temperatura de la ciudad no descienda.

¿Qué se puede hacer ahora?

¿Qué se puede hacer ante una tendencia que parece irreversible? En resumen, la ciudad debe adaptarse. “Podemos plantar más árboles y más vegetación en la ciudad”, sugiere Lee Sai-ming, “ello contribuye a refrescar la atmósfera sin incrementar las emisiones de carbono. También se podrían utilizar materiales de construcción mejor adaptados para reducir la cantidad de calor que absorben los edificios y usar materiales reflectantes en los tejados para devolver al espacio una mayor proporción de radiación solar”.

La Cruz Roja de Hong Kong también está ayudando a las personas a adaptarse al aumento de las temperaturas: “Brindamos asistencia a las personas mayores que viven solas”, dice Irene Lui Sau-lan. “Durante las visitas a domicilio, nuestros voluntarios hablan sobre los riesgos para la salud y las medidas que pueden tomar los habitantes para protegerse de las altas temperaturas. Los voluntarios verifican que los aparatos de climatización funcionen bien y que no haya riesgo de incendio. Son gestos simples, pero útiles”.

Para Wong Shuk-man, las visitas fueron muy útiles. “Los voluntarios fueron muy atentos. Me recordaron que podía utilizar el servicio de ayuda telefónica si me sentía mal. Me dieron un silbato para llamar la atención en caso de incendio. También notaron que a mi ventilador eléctrico, que ya tenía 10 años, le faltaba la rejilla, pero yo no quería tirarlo. Me ayudaron a reemplazarlo por un aparato que es mucho mejor”.

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